Ese placer que me causas.

Nuestro Presente.

Vivimos en un mundo que siempre está a la expectativa de recibir cualquier información que trate sobre cuestiones que en algún momento de nuestra vida pueda tocarnos. Sin darnos cuenta que estamos haciendo con ello es nuestro presente y que para ello debieran recogerse cosas de mayor importancia como es conocer y comprender cosas que elevan el espíritu. 

Nos es necesario saber cuándo actuamos de acuerdo a lo que es correcto, ya que nuestra satisfacción no es garantía de que esa afición sea lo mejor o lo correcto. Es el punto de los vicios que aunque nos dan satisfacción son hábitos adquiridos que su uso exagerado nos incita a excedernos en el deleite.

Por ejemplo, en el juego donde es necesario guardar el equilibrio, y es necesario saber poner limites y freno porque puede descontrolarnos la vida. La gente que hace del vicio la parte más importante de su vida cree que allí tiene su felicidad y no es cierto, puesto que no pueden ser libres porque aunque hacen lo que quieren, no pueden ser libres porque son esclavos de su mente.

Nuestro cuerpo y mente van unidos, compartiendo y reflejando emociones y sentimientos. Las emociones, aun cuando son intensas, son poco duraderas.
No así, los sentimientos que si son duraderos.

Sin duda alguna, esa alegría verdadera influye en todo lo que hacemos, no podemos ocultarla. Es la alegría que compartimos con el amor a la familia, el afecto por las amistades, y que nos hace sentir bien y aceptados, dandole sentido a nuestra vida.


                             
                        Satisfacción verdadera.


Igualmente, nuestro entusiasmo es impulsado por el optimismo que nos ayuda a tener un buen ánimo ante las circunstancias, dándonos una visión más positiva que nos ayuda a levantarnos con optimismo cada día. Por el contrario las emociones y sentimientos negativos que nacen del miedo, todo lo basa en él.

Además, si nos apareciera una tristeza, cosa que es normal en la vida, lo mejor es aumentar más cosas que alegren nuestro día a día y sonreír para que el mundo te sonría.

Por eso, en un mundo convulsionado como el nuestro, donde los vicios luchan por el primer lugar en el podio; la voluntad y la verdad nos son más que necesarias...son imprescindibles.                                 

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