El Desánimo.
El desánimo es un estado de vulnerabilidad que neutraliza nuestra energía, y ese estado destructivo nos produce la perdida de nuestro gozo. Puede ser provocado por diversas causas pero, es por medio del pesimismo que suele entrar en nuestra vida, activando a la tristeza.
Generalmente se tiende es a evadir o reprimir la tristeza, pero eso no es lo aconsejable, ni lo idóneo, pues quedarse pensando y divagando entre la tristeza, puede arrastrar al abatimiento, al aislamiento y a muchas otras cosas que van en contra de nuestro bienestar.
Por esa razón, no se debe esperar que ella pase o que nos lleguen las ganas de salir de ese encierro; por lo contrario, debemos ayudarnos, comenzando por aprender a relajarnos y a respirar hondo. No quedarse paralizado sin actuar, es necesario disipar esas sombras. y armarse de valor para no desmayar, ni temer.
Para no desmayar ni temer, es necesario armarse constantemente de pequeñas acciones que generen fortaleza, para no desistir del esfuerzo y poder resistir.
Comenzar por pensar en nuestros seres queridos, recordar bellas cosas vividas, disfrutar de simples cosas sencillas como: sonreír, alegrarnos, tener una ilusión, sentirse amado, compartir... pueden llegar a ser grandes motivaciones que conforme se practiquen irán desvaneciendo los temores.
Invertir mejor nuestro tiempo en disfrutar de la naturaleza, del aire, del sol, del mar, de la belleza. Dar un paseo es encender una luz en la oscuridad.
Aprender a fortalecerse y recuperar la confianza para no dejarse abatir por el desánimo.
Es maravilloso hacer todo lo bueno y verdadero que impulsa y ayuda afianzar a nuestro bienestar, cosas como: hacer ejercicios o practicar un deporte, meditar, darse un baño relajante, tener algún hobby...
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