viernes, 10 de abril de 2015

Deja ya de preocuparte


La Preocupación.


La dura realidad nos muestra que a todos nos falta algo, o tenemos algo
de más, algo que no deseamos, y eso es causa de preocupación.
Pero, si el problema tiene solución ¿Por qué te preocupas? 

Y si no lo tiene ¿Para qué te preocupas?

Es normal que ante algunas situaciones sintamos preocupación, pero en
lo único que nos ayuda es a perder el tiempo sin solucionarlo atrayendo más cosas negativas. 


Lo ideal, es seguir viviendo con normalidad a pesar de lo que nos preocupa, sin dejar que la preocupación invada nuestra vida, ni permitirle jamás que ocupe el centro en ella.

Porque la angustia es una preocupación sin motivo, es un sentimiento dañino que adoptamos por mal hábito; y que nos impide vivir el presente, atándonos a situaciones a resolver, que tienen por lo general solución, pero que no accionamos.


Gracias a que el ser humano tiene la capacidad de pensar puede razonar y medir su bienestar, descubriendo alternativas, para cuando algo no conviene optar por otra y no quedar enfrascado en ella.  


Lo ideal, es decidir y asumir con la confianza de que habrá algo más que enriquecerá a nuestra vida, que aparecerán nuevas inquietudes y oportunidades, porque la falta de confianza en sí mismo y la falta de seguridad es lo que crea a la angustia.


Tomate para ti 30 minutos todos los días para tomar decisiones
de todo lo que te preocupa. Luego, desconecta tu mente y enfocala
en los aspectos positivos, disfruta de los gratos y divertidos momentos, busca siempre ese mundo mejor.
No contaminemos nuestro interior, ni agreguemos males a nuestra vida.

 
EL VASO DE AGUA.

Un psicólogo en una sesión grupal levantó un vaso de agua, todo el mundo
esperaba la típica pregunta:¿está medio lleno o medio vacío?. 

Sin embargo preguntó:
-¿Cuánto pesa este vaso?
Las respuestas variaron entre 200 y 250 gramos.
 
El psicólogo respondió:
-El peso absoluto no es importante, depende de
 cuánto tiempo lo sostengo.
Si lo sostengo un minuto, no es problema. 
Si lo sostengo una hora, me dolerá el brazo.Si lo sostengo un día, mi brazo se entumecerá y se me paralizará.
   
El peso del vaso no cambia, pero cuanto más tiempo lo sujeto, más pesado y más difícil de soportar se vuelve. Y continuó: 

-Las preocupaciones son como el vaso de agua. Si piensas en ellas un rato,

no pasa nada. Si piensas un poco más, empiezan a doler.
Y si piensas en ellas todo el día, acabas sintiéndote paralizado, incapaz de hacer nada. 
                                       
                                               ¡No olvides soltar el vaso!
  
 
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