Navidad es una época de acercamiento, de risas y de alegrías. Todo es alegría y luces de colores por donde quiera. Es la época que nos da la oportunidad no sólo de intercambiar regalos, sino también, nuestro amor y amistad, lo que nos provoca un sentimiento agradable de placer o de quimera. Reforzando los preciados lazos familiares y amistades sin fronteras.
Aunque en esas fechas algunas personas se estresan debido a los preparativos, por un agite excesivo de afanarse en su grandeza; otros por melancolía o por alguna tristeza por los que se encuentran lejos o algún difícil problema. Y les cuesta recobrar el entusiasmo navideño.
Sin embargo, la mayoría vive planificando si todo esta bien calculado, según lo que se ha estipulado. Mas, siempre saltará esa duda de saber si el regalo fue acertado. Pero, todo es superado al ver la alegría en los presentes.
En cambio los preparativos por importantes que te sean, no son mayores que la necesidad de compartir nuestra mejor ilusión con quienes se quiera.
Salir a disfrutar con los que nos rodean, a disfrutar de esa ilusión afuera. Gozar de la ilusión de la vida, mostrar sonrisas sin barreras.
Esa es ¡nuestra Navidad verdadera!
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